Para la directora del hospital, los delincuentes “llegaron para rescatar al preso, no a matarlo»

La directora médica apuntó que de los cuatro delincuentes que actuaron «dos ingresaron armados y cubiertos con barbijos de color negro» y otros dos «estaban de campana afuera».

La directora del Hospital Provincial de Rosario dijo que los hombres que ingresaron al centro asistencial y mataron a un policía buscaban a un preso con intenciones de «rescatarlo» y no pudieron porque «estaba esposado», mientras que confirmó que en la garita del efectivo asesinado estaba la hija de 10 años de la víctima, quien quedó en estado de shock.

«Mi teoría es que llegaron para rescatarlo, no se lo llevaron porque estaba esposado y si hubiesen querido matarlo habrían podido hacerlo porque anoche esto era un caos», aseguró hoy Teresita Ghio, la directora del hospital donde asesinaron a balazos al policía Leoncio Bermúdez (42).

La directora médica apuntó que de los cuatro delincuentes que actuaron «dos ingresaron armados y cubiertos con barbijos de color negro» y otros dos «estaban de campana afuera».

«Una vez adentro, exhibiendo las armas gritaban ‘¡dónde está el negro!’ -por el preso Gabriel Lencina (29)-, y cuando lo encontraron le pegaron un culatazo en la cara al custodio que estaba con él», relató.

«Cuando otro policía, también que estaba de custodio intervino para sacarlo es cuando empieza la balacera con disparos al aire adentro del hospital», contó la funcionaria sanitaria.

Ghio aclaró que «no hubo una enfermera herida», como habían informado anoche algunas fuentes, y que los alcanzados por las balas de los delincuentes «son dos familiares de personas que estaban esperando a pacientes que eran atendidos en la guardia».

«Una señora tiene dos balazos en una pierna y otro hombre tiene un balazo en un glúteo. Están internados, fuera de peligro», precisó la directora médica.

Al describir los hechos apuntó que se detectaron «alrededor de 11 balazos, tanto en el interior como en las afueras» del nosocomio.

Al sostener que lo sucedido fue «dantesco», señaló que en la huida los delincuentes «se toparon» con el policía Bermúdez, que cumplía funciones en la garita que está instalada al frente del ingreso a la guardia y que anoche incluso estaba allí una hija de 10 años del suboficial.

«Cuando sale de la garita, uno de los dos hombres le disparó apuntándole a la cabeza y cuando cayó le pegaron más tiros de remate. Presentaba otros impactos de bala, en las extremidades», detalló.

Contó que el suboficial había ido a cumplir sus funciones con una de sus hijas de 10 años, «porque anoche no tenía con quien dejarla».

«La nena quedó adentro de la garita cuando su padre salió», dijo Ghio y añadió que «la menor tuvo que ser atendida porque quedó en estado de shock al ver a su padre tendido en el suelo».

«El policía era un hombre muy querido por nosotros y hace mucho tiempo que cumple sus funciones en este hospital», destacó la responsable del centro asistencial.

Sobre el detenido, dijo que ingresó la noche anterior con un cuadro de «derrame pleural» derivado de una tuberculosis que padece.

«Al mediodía ya estaba dado de alta pero no lo vinieron a buscar para trasladarlo nuevamente a la cárcel», añadió.

En ese contexto, explicó que ese hospital, al ser del Estado santafesino por eso su nombre de Provincial, están obligados a atender a todos los internos de las cárceles del Servicio Penitenciario de Santa Fe.

«Nosotros atendemos entre seis y siete presos que nos traen por día, algunos con enfermedades reales y otros con fingidas», precisó Ghio.

En esa línea, consideró y que si bien es la obligación de atender a todos, es necesario que el personal a su cargo cuente con mayor seguridad.

«Cuando ingresan el personal del Servicio Penitenciario llegan custodiándolos provistos de chalecos antibalas porque algunos son internos de alto perfil, pero nosotros, en cambio, solo estamos con nuestros guardapolvos, sin seguridad y así tenemos que atenderlos con el riesgo que ello implica», se quejó al considerar que «debe haber hospitales en las cárceles».

En declaraciones a Radio2-Rosario, sostuvo «que la gente tiene que tomar conciencia de la violencia que pasa porque en esta sociedad así no se puede seguir viviendo».

«Ya no hay valores, se han cruzado todos los límites. El personal está en estado de shock, no hay resto humano para seguir trabajando. Hoy el hospital está cerrado a la atención y moralmente nos sentimos muy mal», consideró finalmente.


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