Fluminense llegó a la final de Libertadores al vencer a Inter de Coudet con un gol de argentino Cano

Tras haber igualado 2 a 2 en Río de Janeiro, los cariocas se impusieron de visitante por 2 a 1 y jugarán la final en noviembre.

Fluminense llegó nuevamente a una final de Copa Libertadores 15 años después en busca de su primer título en este certamen al vencer anoche como visitante a Internacional, del director técnico argentino Eduardo Coudet, en Porto Alegre, por 2 a 1, luego del 2-2 de la semifinal de ida en el estadio Maracaná de la semana pasada.

Todo había empezado auspiciosamente para los locales en el colmado estadio Beira Río ya que a los 10 minutos el argentino Gabriel Mercado puso en ventaja a los «rojos» para encender la ilusión de un equipo que en el Brasilerao está a tres puntos de la zona del descenso.

Y todo transitó de maravillas para los del «Chacho» Coudet, aunque las situaciones desperdiciadas como para liquidar la historia con anticipación nunca fueron buenas consejeras en el mundo del fútbol, porque lo que se pierde en el arco ajeno se termina pagando en el propio.

Y justamente esto fue lo que le pasó ante un equipo como el del también entrenador de la selección brasileña, Fernando Diniz, que con oficio y sacando provecho de un aura que lo sigue en esta Libertadores, en cinco minutos, los que fueron entre los 37 y los 42 del complemento, se lo dio vuelta para saltar a otra final, después de la perdida ante Liga de Quito, de Ecuador, entonces del técnico argentino Edgardo Bauza, en 2008.

Y el gran protagonista de esa definición fue otro argentino, el goleador de esta Libertadores con 12 tantos, Germán Cano, quien primero habilitó al ingresado John Kennedy para el 1-1 y luego recibió una asistencia de éste para colocar el 2-1 final.

La sorpresa, la desazón y la frustración enmudecieron a las multitud vestida de rojo ante semejante desenlace, impensado cuando a 10 minutos del final Inter dominaba con comodidad y su máxima figura, Enner Valencia, se perdía otro gol que hubiese sido lapidario para las por entonces ya minimizadas aspiraciones de los de Río de Janeiro.

Y será justamente esa ciudad y su emblemático estadio Maracaná el escenario de la final del 4 de noviembre de esta Copa Libertadores entre un «Flu» que será anfitrión en su casa de Boca Juniors o, en todo caso, Palmeiras, en lo que sería un verdadero clásico estadual entre cariocas y paulistas.


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