El Ministerio de Cultura celebra los diez años de Casa Arijón junto a vecinas y vecinos de Rosario
El sábado 7 de junio, a partir de las 14, vecinas y vecinos están invitados a disfrutar de una jornada de picnic, kermés y música en vivo con entrada libre y gratuita, en el espacio cultural que ya forma parte de la identidad del barrio Saladillo.
El Ministerio de Cultura de la provincia de Santa Fe celebra este sábado 7 de junio el décimo aniversario de Casa Arijón, el espacio cultural ubicado en el corazón del barrio Saladillo, en el sur de Rosario. La jornada festiva comenzará a las 14 horas, en Avenida Arijón 84 bis, con entrada libre y gratuita, y contará con juegos de kermés, picnic comunitario, actividades lúdicas y el cierre musical a cargo de la banda rosarina Homero y sus Alegres.
Construida originalmente en 1887 por el inmigrante español Manuel Arijón, la casona es hoy un emblema de la cultura barrial y un punto de encuentro intergeneracional. A lo largo de estos diez años desde su recuperación y reapertura como espacio cultural por parte del gobierno provincial, Casa Arijón alojó más de 250 espectáculos, 40 exposiciones y 150 funciones de visitas guiadas, que disfrutaron más de 100.000 personas.
La propuesta del aniversario busca ser fiel reflejo de lo que representa el lugar: comunidad, identidad y participación. Por eso, se invita a quienes concurran a llevar sus lonas y mates para compartir una merienda colectiva. Además, habrá un circuito de juegos ecológicos, actividades recreativas para todas las edades y un espacio dedicado al intercambio de plantas y semillas a cargo del Vivero Solidario de Rosario.
“Casa Arijón es mucho más que un espacio cultural: es un lugar donde lo cotidiano se convierte en algo especial, donde se fortalecen los lazos del barrio y donde siempre hay lugar para quedarse un rato más”, destacaron desde el Ministerio de Cultura.
Desde su reapertura en 2014, Casa Arijón también ha sido un espacio de formación permanente, ofreciendo unos 30 talleres por año, que reúnen a más de 400 participantes anualmente, fortaleciendo su rol como centro social, artístico y educativo en la zona sur de la ciudad.
En caso de lluvia, las actividades serán reprogramadas. Mientras tanto, desde la organización invitan a todas y todos a participar de este cumpleaños que celebra una historia compartida, con memoria, cultura y comunidad.
Una casa con historia
En el año 1887, el inmigrante español Manuel Arijón ordenó la construcción de una nueva casa en el sur rosarino. Con estilo señorial, al igual que otras casonas erigidas en el mismo barrio por pedido de Arijón, albergó durante muchos veranos a las familias adineradas que en los meses estivales disfrutaban del balneario que por entonces estaba frente al arroyo Saladillo.
En 1924, con la aparición del frigorífico Swift la identidad del barrio se fue transformando, dando lugar a una mixtura de clases con familias de estirpe patricio, de clase obrera y también pequeños empresarios vinculados a la actividad portuaria.
A lo largo de los años, muchas de las casonas del barrio fueron perdiendo su brillo y opulencia e inclusive algunas sufrieron la demolición. Casa Arijón es una de las que quedó en pie y atravesó diferentes gestiones de gobierno. En ese marco, el Ministerio de Cultura de la provincia apostó de forma inquebrantable a la valorización de lo social, de la historia barrial, y de la Casa como epicentro de la construcción de nuevas redes comunitarias para sostenerse y crecer.
En sus amplios jardines o en sus espacios bajo techo, la Casa es un espacio donde lo cotidiano se hace especial: el hall con muestras de artistas emergentes de la ciudad, un rincón de lectura, una plaza de rayuelas, un playón, el patio de la palmera o una amplia galería para charlas entre amigos o vecinos o para tomar mate, bajo techo en invierno o entre los árboles durante la primavera y verano.
En sus múltiples espacios, vecinas y vecinos del barrio se acercan en forma cotidiana, sin ninguna pauta previa, con la lógica de los viejos clubes barriales, para disfrutar de un momento, sin tener que mirar el reloj o cumplir horarios.