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El uruguayo Edinson Cavani, uno de los tres máximos goleadores sudamericanos en actividad, recibido como una estrella en su llegada al fútbol argentino en julio pasado, sigue sin aparecer y quedó en el ojo de la tormenta en Boca después de su fatídica tarde-noche ante Sarmiento de Junín en el Nuevo Gasómetro.
Su tránsito con la camiseta «xeneize» no alcanza a tomar el curso soñado por Juan Román Riquelme al momento de su contratación ni el que los hinchas imaginaron cuando se puso por primera vez la camiseta «auriazul» y saludó a «La 12» en una Bombonera habilitada para una presentación al estilo europeo.
A los 36 años, su producción goleada es escasa, su porcentaje de concreción es deficitario, su condición física es frágil y, consecuentemente, su rendimiento futbolístico roza lo paupérrimo, algo infrecuente para su brillante carrera profesional.
El partido con Sarmiento expuso de modo flagrante su devaluado presente. Con el equipo en ventaja (1-0), dispuso cuatro ocasiones para asegurar el triunfo y en todas falló. Siempre asistido por Kevin Zenón, el uruguayo no pudo ni de arriba ni de abajo.
En la última chance antes de abandonar la cancha con una molestia muscular, quedó frente al arquero, acomodó el cuerpo para la definición, le erró a la pelota y quedó tirado dentro del área con gestos de dolor.
Paradójicamente, la única vez que logró introducir la pelota dentro del arco en el estadio de San Lorenzo fue en una acción anulada por posición adelantada.
El DT de Boca, Diego Martínez, que aún no pudo festejar una victoria oficial, respaldó al goleador y se despreocupó por su racha adversa: «No pidió el cambio, estaba con un cansancio lógico, fue realmente muy importante, tiene una jerarquía impresionante, estamos encantados de poder trabajar con él».
«Para los delanteros, en los momentos en los que no pueden convertir, lo más importante es mantener la calma, peor sería que no tuviera esas situaciones, él las genera y los desmarques que hizo fueron espectaculares. Será cuestión de tiempo y, en cuanto entre una pelota, vendrán muchas más. Es uno de nuestros líderes en el día a día, además de todo lo que nos da en el juego y dentro del campo, ya va a poder dar lo que más quiere es convertir», confió.
Desde su llegada a Boca, Cavani disputó 18 partidos y convirtió tres goles, lo que arroja un promedio del 16%, el más bajo consideradas todas sus experiencias a nivel clubes. En París Saint-Germain registró un 66% (200 tantos en 301 encuentros), en Napoli 75% (104/138), en Palermo 31% (37/117), en Manchester United 32% (19/59) y en Valencia 25% (7/28).
Con 367 goles en su foja, el Matador llegó a Boca con el objetivo de aportar goles para ganar la séptima Copa Libertadores, pero los número no fueron los esperados. En seis presentaciones, apenas convirtió un tanto, en la semifinal con Palmeiras en Brasil, donde el equipo logró la clasificación por penales, pese a que el futbolista de Salto falló en la tanda.
En el Maracaná, sede de la final ante Fluminense, el uruguayo dispuso una ocasión muy propicia para quedar en la historia. Asistido por Valentín Barco, pudo abrir el marcador a los 16 minutos pero hizo un movimiento antinatural para un goleador de su clase: descargó la pelota hacia atrás cuando tenía todo el panorama a favor para girar y quedar frente al arco.
Su primer tanto en Boca, en el segundo partido en La Bombonera, insinuó un idilio con los hinchas que todavía no se concretó. El cierre de 2023 fue precipitado por un desgarro, al siguiente partido de la definición de la Libertadores.
Cavani hizo un trabajo especial en la pretemporada para volver al máximo nivel y anoche, en su regreso a la titularidad, dejó el campo de juego con una molestia en la parte posterior de la pierna derecha.
Su presencia el lunes ante Tigre, por la tercera fecha de la Copa de la Liga, es una incógnita, como lo es a esta altura saber si alcanzará en el fútbol argentino un rendimiento acorde a sus incuestionables pergaminos.