Luis Miguel en el Movistar Arena: cuando calienta el “Rey Sol”
Con su impresionante voz y un nivel de conexión con el público como no se le veía desde hacía tiempo, el cantante mexicano descolló en el Movistar Arena. No dejó afuera ninguno de sus grandes éxitos. Su banda se lució con interesantes arreglos. Hubo lugar para tributos a diferentes estilos y épocas musicales.
Con un extenso repertorio en el que no quedó afuera ninguno de sus grandes éxitos, una numerosa banda que se lució con interesantes arreglos, y tributos a diferentes estilos y épocas musicales, Luis Miguel mantuvo en estado de éxtasis durante las poco menos de dos horas y media que duró el concierto a las fieles fans que colmaron el Movistar Arena del barrio porteño de Villa Crespo, en el segundo de los diez shows que prevé en esta nueva visita a la Argentina.
Pero, fundamentalmente, el cantante mexicano descolló con su impresionante voz y una entrega y nivel de conexión con el público como no se le veía desde hacía bastante tiempo o, al menos, no había conseguido en su último paso por nuestro país, en marzo de 2019.
Pues si en aquella ocasión se lo había notado molesto de manera recurrente con el sonido, distante y acompañado por una banda que se movió dentro de parámetros previsibles; esta vez, el intérprete estuvo a la altura de su fama y pagó con creces las expectativas de una efusiva audiencia, compuesta mayoritariamente por mujeres.
Como un calco de lo ocurrido en la primera jornada, y seguramente de lo que se repetirá en cada una de las fechas que el astro de la canción romántica realizará en Buenos Aires, desde muy temprano las fans, muchas de ellas vestidas de fiesta, coparon los alrededores del estadio y le pusieron color a la espera y al caótico ingreso con cánticos, banderas y luminosos accesorios.
A la entrada, para incentivar aún más la participación, se repartieron pulseras lumínicas similares a las que por estos lados conocimos en la histórica saga de conciertos del año pasado de Coldplay en River.
La recompensa fue un Luis Miguel en su mejor versión, que entre la canción romántica y el pop latino hizo incursiones por el bolero más tradicional, tangos aggiornados, tonadas mariachis y hasta se calzó el traje de crooner para logrados sendos duetos con Michael Jackson y Frank Sinatra.
Para ello, contó con la complicidad de una banda, repartida en escenario de tres niveles, que arrancó con un guitarrista, un bajista, dos tecladistas, un baterista, un percusionista, una sección de cinco vientos y tres coristas; y a la que se le fueron sumando una sección de 12 cuerdas, un bandoneón a la hora del tango y un conjunto de 14 mariachis al momento de las tradicionales canciones mexicanas.
Acaso por este combo explosivo es que el cantante no necesitó dirigirle la palabra a la audiencia para conectar, y le bastó y sobró con la comunicación gestual, los guiños corporales y musicales.
A las nueve en punto, las luces se apagaron, sobre una introducción de la banda se proyectaron imágenes retrospectivas del protagonista de la noche y un griterío ensordecedor preludió el ingreso del «Rey Sol», quien golpeó de entrada con «Será que no me amas», el hit en castellano del clásico de The Jacksons.
En un concierto dividido en bloques temáticos musicales, el primer tramo comenzó con los clásicos para bailar que sonaron con fuerza en los `90, como «Amor, amor, amor» o «Suave» y las composiciones de corte romántico como «Hasta que me olvides», «Dormir contigo» o «Es por ti»; para cerrar con «Dame».
En este pasaje comenzó a mostrar las cartas la sección de vientos con imaginativos arreglos que eludieron lugares comunes y plantearon interesantes melodías alternativas sobre las principales. En tanto, la guitarra y el bajo marcaban el pulso sonoro con rasgueos de tintes funkys y con slap, respectivamente.
Por supuesto que también descolló el propio Luis Miguel haciendo alarde de su espectacular y poderosa voz, al punto de darse el lujo de ubicar en distintos momentos el micrófono a la altura del pecho sin perder volumen.
Con el ingreso de la sección de cuerdas, el intérprete se sumergió en el repertorio de boleros con el que reinventó su carrera, cuando en 1991 editó el aclamado disco «Romance».
Tal vez en uno de los terrenos donde mejor luce, a partir de un formato de popurrí desfilaron clásicos del género como «No me platiques más», «Usted», «La puerta», «La barca», «Inolvidable», «Por debajo de la mesa», «No sé tú», «Como yo te amé», «Solamente una vez», «Somos novios», «Todo y nada» y «Nosotros».
En un segmento no apto para puristas, con el ingreso de un bandoneón y una pareja de baile linderos con el cliché, el mexicano se animó a un combinado tanguero. Sin embargo, contra todos los pronósticos, le escapó a los lugares comunes gracias a unos arreglos que, en muchos casos, crearon un clima jazzy, con fraseos en el fuelle propios de una trompeta con sordina.
Así se notó sobre todo en «Por una cabeza» y «Volver», en tanto que «Uno», con su tratamiento orquestal, se acercó bastante a los abordajes que solía hacer su autor Mariano Mores, y «El día que me quieras» viró hacia una modalidad emparentada con el tango «for export».
En una suerte de vuelo musical sin escalas de Buenos Aires a Nueva York, le sucedió el combo de duetos que trajeron las voces en off de Michael Jackson y Frank Sinatra.
En el primero de los casos, el tema elegido fue «Sonríe», de Charles Chaplin, que encontró sobre el final una amalgama perfecta entre la voz del «Rey del Pop» y el «Rey Sol». Mucho más lograda aún fue la combinación con «La Voz» en «Come Fly With Me», al punto de convertirse en uno de los mejores momentos musicales del show.
La veta romántica continuó por senderos más convencionales para el concierto con «Un hombre busca una mujer», «Cuestión de piel», «Oro de ley», «Fría como el viento», «Tengo todo excepto a tí» y «Entrégate».
Si antes hubo que imaginar un vuelo musical que conectó Buenos Aires con Nueva York, esta vez el avión aterrizó en el país de origen del protagonista, a partir del ingreso de una orquesta de 14 mariachis que quedó a solas con el cantante para un set de canciones tradicionales que cerró con «La media vuelta».
El tramo final, compuesto también por distintos popurrís, fue de la canción pop latina que desde los arreglos coquetearon con el funk y el soul, sobre todo por los ataques de los vientos; hacia los temas románticos que el intérprete popularizó en su adolescencia.
«Quiero», «Qué nivel de mujer» y «Mujer de fuego» integraron el primer grupo; «No me puedes dejar así», «Palabra de honor» y «La incondicional», el segundo.
«Te propongo esta noche», con su cierre casi dance, sirvió de bisagra para anunciar el estridente final a puro hit con «Ahora te puedes marchar», «La chica del bikini azul», «Isabel» y «Cuando calienta el sol». Una lectura en clave pop latina de «Cucurrucucú Paloma», en medio de una lluvia de papelitos y mientras el público jugaba con unas pelotas inflables gigantes, bajó el telón de esta segunda noche.
Luis Miguel volverá a subir al escenario del Movistar Arena el 6, 8, 9, 12, 15, 16, 17 y 18 de este mes. Al menos en esos días, el sol seguirá calentando Villa Crespo y sus alrededores. Luis Miguel y sus fans se asegurarán que así sea. (Por Hernani Natale)