Legalización del cannabis
Entusiasmo entre autocultivadores y cautela entre quienes luchan contra las adicciones.
Referentes del activismo por la regulación del autocultivo «celebran» como «muy positivo» que la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, haya anunciado que comenzarán a «estudiar la posibilidad de regular» estas prácticas.
Referentes del activismo por la regulación del autocultivo y del acceso al cannabis terapéutico «celebran» como «muy positivo» que la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, haya anunciado que comenzarán a «estudiar la posibilidad de regular» estas prácticas hoy penalizadas.
Más cautelosos se mostraron desde las organizaciones que trabajan en la asistencia y tratamiento de las adicciones, desde donde llamaron la atención sobre las «políticas públicas de educación, prevención y asistencia» de las adicciones que deben servir de marco a esta discusión.
«La regulación del cannabis -que incluye la descriminalización del consumo y la regulación del acceso- es una de las grandes deudas de la democracia, por eso es más que positivo que un gobierno a pocos días de asumir se muestre abierto a dar ese debate», dijo a Télam el director de la Revista THC, Sebastián Basalo.
«Estamos hablando de un país donde más de 25.000 personas por año son criminalizadas por tener sustancias para consumo, donde más de 90% de las mujeres en situación de cárcel están por violaciones a la ley de drogas y donde los juzgados están saturados por causas de tenencia y donde aplicamos políticas diseñadas por EEUU», agregó.
Por eso, para Basalo la regulación es «ante todo una discusión de derechos humanos», pero también de «soberanía nacional».
«Y es fundamental que la ministra haya hablado en términos de ‘regulación’ y no de ‘despenalización’ o ‘legalización’; porque la despenalización se queda corta y la legalización es un concepto vago que deslinda al Estado de responsabilidades», afirmó.
Para Basalo, dos son las tareas que le caben al Estado en este sentido: «dejar de criminalizar a las personas que cultivan y usan su propio cannabis» para respetar sus «libertades individuales consagradas», por un lado, y «garantizar el acceso legal y seguro al cannabis a todas las personas que quieran o lo necesiten» porque «es la única manera de cuidar su salud y terminar con el narcotráfico», por otro.
En ese sentido, el activista señaló que «no importa los fines» para los cuales necesite consumir cannabis, «si es con fin medicinal, terapéutico, de bienestar o gourmet»; al tiempo que recordó que hoy en Argentina «nadie está habilitado para cultivar o producir cannabis para la venta, ni siquiera el Estado», debido a los limitados alcances de la Ley de Cannabis Medicinal sancionada en 2017.
«Por eso es fundamental que la gente pueda acceder ya sea cultivándolo, a través de modelos comunitarios, clubes de membresía o comprándolo tanto en formato de flores como de fármacos», agregó.
Por su parte, la titular de Mamá Cultiva, Valeria Salech, aseguró que la organización «celebra» las declaraciones de Frederic porque «venimos peleando por el autocultivo desde el nacimiento» de esta asociación, que se creó «por la necesidad de darle un marco legal a una actividad que estábamos haciendo y que aún no tenemos» porque la Ley de Cannabis medicinal «no contempla» la producción propia.
«Hoy la gente conoce efectos terapéuticos del cannabis y una planta con esa utilidad no debe estar prohibida no solo en Argentina sino en el mundo», dijo.
Respecto al acceso, Salech se mostró prescindente de la comercialización porque una buena regulación debería incluir -además del «cultivo personal, el cultivo solidario -para otros- y comunitario -cooperativo-«-, medios para «asegurar la elaboración del mejor producto casero posible, hasta tanto se desarrolle la industria (de productos de cannabis terapéutico) que debería ser estatal».
Tanto Basalo como Salech coincidieron en rechazar el concepto de «uso recreativo» del cannabis por contraposición al «uso terapéutico».
«Esa diferenciación es una trampa del prohibicionismo, como si hubiera un consumo bueno y otro malo siendo que la planta es siempre terapéutica pero como cualquier otra cosa, el uso que la gente haga de ella depende mucho de la educación y la posibilidad de acceder a información», dijo.
A su turno, el presidente de la Fundación Aylen de prevención, asistencia y capacitación en drogadepencia, Fabián Tonda advirtió que la regulación del autocultivo y acceso al cannabis «es una discusión que hay que darla largo y tendido» porque «no está probado que sea totalmente inocuo, ni tampoco determinante para el brote psicótico» porque «hasta ahora sólo miden sus efectos el que quiere demostrar algo y todos tienen un poco de razón».
«Pero no es una discusión aislada, sino que debe analizarse en paralelo qué acciones de prevención, educación y asistencia, porque el aumento del consumo no depende tanto de la despenalización o regulación sino de la inversión en políticas públicas», dijo.
Y en ese debate, no pueden faltar, a su criterio, «el tercer sector que trabaja con las adicciones» porque deben estar representadas «todas las posturas y las áreas» para que el producto no «sesgado» en favor de una idea.
Fuente: Telam