8 de marzo: Feliz día a una jornada de lucha

Una jornada histórica. Hoy es el Día de la Mujer en todo el mundo y este año por segunda vez llega con el Paro Internacional de Mujeres. La primera edición de 2017 tuvo adhesión en más de 50 países. En Argentina será el tercero.

Si hace cinco años una mujer llegaba al trabajo un día como hoy, sus compañeros la hubiesen recibido con un “feliz día”. Desde la gerencia habrían comprado flores o el desayuno y algún que otro jefe diría con una sonrisa que el Día de la Mujer es todos los días. Al salir de trabajar encontraría una promo de 2X1 y al llegar a casa unos bombones. Hoy, al menos unas horas, los hombres que la rodean tendrán que trabajar por ella.

El 8 de marzo es el Día de la Mujer en todo el mundo y este año por segunda vez llega con el Paro Internacional de Mujeres. La primera edición de 2017 tuvo adhesión en más de 50 países. En Argentina será el tercero. El 19 octubre de 2016 las mujeres del país pararon dos horas la jornada laboral y marcharon de negro en contra de los femicidios, después de que se conociera la noticia del brutal crimen de Lucía Pérez, adolescente de 16 años violada, empalada y asesinada en Mar del Plata una semana antes. La medida del movimiento de mujeres argentino marcó un precedente a nivel internacional, como antes lo había hecho la primera convocatoria de Ni Una Menos del 3 de junio de 2015, tras el femicidio de Chiara Páez.

El 8M es uno de los eventos más importantes de la agenda feminista del país. Si el Ni Una Menos significa la movilización contra la violencia machista y los femicidios, el 8M pone el foco en el trabajo, la igualdad de derechos, el lugar de las mujeres en la sociedad y en cómo queremos vivir. “Nosotras movemos el mundo”, “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras” son algunas de las consignas para correr el eje de los festejos tradicionales de la fecha. Algo así como la pregunta de qué pasaría si un día los inmigrantes dejaran de trabajar en Estados Unidos, las mujeres, lesbianas, travestis y trans ponemos el foco en que la economía se sostiene en una división de las tareas injusta. No sólo ganamos en promedio un 30 por ciento menos que los varones, también es más difícil alcanzar los cargos más altos en los trabajos y fue necesario el cupo femenino para la entrada al mundo de la política.

A nivel internacional, el cambio en la forma de pensar el Día de la Mujer, más que una evolución puede entenderse como una vuelta de sentido. La fecha fue desde sus comienzos una reivindicación de la mujer trabajadora y de la pelea por la igualdad de derechos. El 8 de marzo de 1857 un grupo de obreras textiles salió a las calles de Nueva York para protestar por las condiciones en las que trabajaban, con jornadas de 12 horas y salarios miserables. Fue la primera movilización obrera de mujeres y terminó con represión policial. Medio siglo más tarde, en marzo de 1908, 15 mil trabajadoras marcharon por la misma ciudad al grito de “pan y rosas” y con el pedido de salarios dignos y derecho al voto. El episodio que sin dudas marcó la historia del movimiento obrero femenino fue el 25 de marzo de 1911 cuando 146 mujeres jóvenes murieron calcinadas en un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. Hacían una protesta y el dueño de la planta las encerró. La tragedia llevó a la modificación de la legislación laboral en Estados Unidos. Durante décadas las organizaciones de mujeres fijaron el 8 de marzo como día de conmemoración de la mujer trabajadora hasta que en 1977 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) oficializó la fecha y proclamó el Día Internacional por los Derechos de la Mujer.

El siglo XXI llegó con conquistas y reivindicaciones renovadas. El segundo Paro Internacional de Mujeres arrastra el coletazo del movimiento #Metoo en Estados Unidos y las denuncias de acoso sexual y laboral en la industria del espectáculo. La forma de vincularse en los ambientes laborales entra en jaque y también el acceso de las mujeres a los lugares de toma de decisiones. Pero, sobre todo, el foco está puesto en que la igualdad de derechos en el trabajo tiene que equipararse con la igualdad en el reparto de tareas en la casa. La crianza de los hijos, el cuidado de los ancianos, cocinar para la familia, ordenar, limpiar, pagar impuestos, etcétera, forman el paquete que se sintetiza en una carga doble o triple en la jornada laboral de las mujeres. “No es amor, es trabajo no remunerado”, proclama el feminismo del nuevo siglo.

En Argentina, el cambio está atravesado también por la ola feminista que a muchos sorprende y que muchas construyen desde la vuelta de la democracia. Los debates de género tienen 33 ediciones del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) y ganaron lugar en la agenda pública argentina a partir de la primera movilización de Ni Una Menos.

El paro de hoy llega a las mujeres, lesbianas, travestis y trans de distintas maneras. Si bien oficialmente la convocatoria es a una huelga de 24 horas en los trabajos y en las casas, la modalidad se adapta a las condiciones de cada una. Lo importante es adherir de alguna manera. “En caso de que no puedas parar en tu trabajo, sugerimos usar elementos de color violeta como ropa o cintas de ese color, símbolo del feminismo”, remarcan desde la organización. Una de las patas fundamentales está en el uso de las redes sociales, donde los hashtag #8M #ParoDeMujeres y en inglés #womenstrike marcarán las tendencias de la jornada de lucha.

Fuente: El Ciudadano – por Arlen Buchara


 

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