Pidieron altas penas de prisión para los líderes de la banda de Los Monos

[popup show=»ALL»]El fiscal Gonzalo Fernández Bussy pidió 41 años de cárcel para «Monchi» Cantero y 24 para su hermanastro «Guille», por comandar una asociación ilícita que cometió numerosos delitos en Rosario.

Los fiscales arrancaron ayer el juicio a la banda de Los Monos con pedidos de altas penas de prisión para los supuestos líderes de la organización: solicitaron 41 años para Ramón Ezequiel Machuca, alias «Monchi Cantero», y 24 años para Ariel Máximo «Guille» Cantero. Lo hicieron al final de una audiencia que reiteró como un reflejo las demoras distintivas de los primeros cuatro años de investigación. Primero porque los principales imputados se negaron a ser llevados a la sala de audiencias disconformes con la idea de que los cambiaran de cárcel o los hicieran pernoctar en el mismo edificio donde se celebra el juicio. Después porque con distintas objeciones las defensas forzaron cuartos intermedios y contrapuntos que retrasaron por casi seis horas los alegatos de las partes. Al final, sólo pudo hacerlo la Fiscalía. Hoy empezarán a escucharse a las defensas.

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¿Qué es la banda de Los Monos? Cuando se habilitó el inicio de los alegatos en un ambiente de cansancio, propio de una jornada trascendente y cargada de expectativa, el fiscal Gonzalo Fernández Bussy se aplicó a responder esa pregunta, que fue base para el cierre de su exposición con los pedidos de condena para los 25 imputados, en el estreno del nuevo Centro de Justicia Penal.
El fiscal anunció que su papel en el juicio será demostrar que los acusados formaron una asociación ilícita que se apoderó de un territorio para cometer delitos violentos, con el fin de hacer negocios económicos, mediante la imposición del miedo. Eso generaban los líderes del grupo, cobrando a otras personas para brindarles protección, planeando homicidios, corrompiendo a las fuerzas de seguridad.

Cada uno su rol

«Los miembros tenían roles asignados. No todos apretaban el gatillo, no todos lavaban dinero, no todos limpiaban rastros. Pero todos tenían sentido de pertenencia y conocimiento de los delitos», dijo Fernández Bussy. El fiscal distinguió dos escalafones entre los acusados a los que dividió por acciones y jerarquías. Por un lado los 12 civiles entre los que militaban «jefes, esbirros, ejecutores y testaferros». Por otro aludió a «los proveedores de impunidad para que los crímenes permanecieran impunes». En esta categoría ubicó a los 13 empleados de fuerzas de seguridad que aportan logística, armas o información.

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Para el fiscal fue importante destacar que traían a juicio a los principales integrantes de Los Monos pero que había otros que no estaban allí porque ya habían sido condenados en un juicio abreviado en la misma causa. En ese momento las defensas le saltaron en tropel para que no mencionara tal cosa porque no era objeto del juicio. Fue uno de los tantos momentos en que las partes se cruzaron en diálogos desordenados en un debate que, dio la impresión, requería un ordenamiento más firme. Fernández Bussy insistió recitando a los 11 condenados que aceptaron pena en esta investigación, entre ellos Patricia Celestina Contreras, «La Cele», madre de «Guille» y «Monchi».
La demorada entrada de los principales acusados marcó el momento de mayor expectativa. Uno por uno, escoltados por policías enfundados en uniforme de combate y sus caras tapadas, fueron ingresando con chalecos antibalas. Eran las 11.30. Todos soportaron sin una mueca el tenso momento de ser retratados por los reporteros gráficos. Guardaron silencio, fueron respetuosos y mantuvieron un aire jovial. «Guille» reconoció al diputado provincial Carlos del Frade en el entrepiso donde estaba la prensa. Lo saludó con la mano y una sonrisa.

Recusación

El inicio del juicio a Los Monos lucía como un día inalcanzable. Luego, el inicio de la primera audiencia también lo pareció. Pasaron casi tres horas hasta que, a las 11.50, el presidente del tribunal, Ismael Manfrín, pudo presentar a las partes. Cada imputado pronunció su nombre, su nivel de instrucción, el nombre de sus padres y su documento. Cuando eso pasó Carlos Edwards, defensor de «Monchi», dijo que dos jueces del tribunal, María Isabel Más Varela y el propio Manfrín, no podían actuar en este juicio porque habían integrado el tribunal que juzgó a los acusados de matar a Claudio «Pájaro» Cantero y analizado prueba que ahora volverían a valorar, lo que técnicamente podría afectar su imparcialidad. La mayoría de las defensas hicieron propio el argumento. Esa recusación, que los jueces rechazaron, implicó una demora de dos horas.

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Otro de los abogados de «Monchi», Fausto Yrure, señaló que tenía dos pedidos de nulidad cuya fundamentación afectaba el inicio del juicio. Uno aludía al primer juez que investigó a Los Monos, Juan Carlos Vienna, por ordenar escuchas telefónicas al grupo, a su criterio sin ningún sustento, el 23 de abril de 2013. Lo que dirán las defensas es que esta ausencia de motivos debe provocar la caída de la prueba.
«Tengan en cuenta que la defensa va a tratar de desviar hacia la parcialidad del juez. No se dejen engañar», dijo el fiscal. «La verdadera razón del juicio es la existencia de una asociación ilícita. La defensa va a decir que uno de los cuatro jueces que actuaron (los otros son Alejandra Rodenas, Patricia Bilotta y Delia Paleari) fue parcial. Eso quedó agotado cada vez que fue discutido. No fue la imaginación de Vienna la que hizo esta acusación ni tampoco quien impulsó a otros jueces a procesar a estas personas. La Fiscalía viene a un juicio. La defensa tratará de montar aquí un espectáculo», sostuvo.
El mismo fiscal indicó que se juzgaría a «Monchi» por haber ordenado la balacera de un búnker en el que murió Lourdes Cantero. Luego su colega Luis Schiappa Pietra dio pormenores de otros dos homicidios del grupo concretados como venganza del asesinato de Claudio «Pájaro» Cantero. Uno el de Diego Demarre, que incluyó el seguimiento de la víctima desde adentro del edificio de Tribunales. El otro fue el atentado a balazos frente al Distrito Sudoeste donde murieron baleados Nahuel César, Norma César y Marcelo Alomar.

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Schiappa Pietra aseguró que no habrá dudas de la autoría de «Monchi» y «Guille» en esos casos cuando se presente la prueba con audios y videos. «Hay algo nada habitual y es que tenemos un homicidio filmado. Esta película que vamos a ver tiene un guión escrito en las escuchas telefónicas. Además de estar grabados los autores están escuchados en vivo y en directo», anticipó. Dijo que se escuchará a los miembros del grupo hablando de un asesinato antes y después de concretado. «Veremos actos que reflejan un extremo desprecio por la vida».

Los pedidos

Al momento de fijar pena los fiscales pidieron 41 años de prisión para «Monchi» por considerarlo implicado en cuatro homicidios además de ser jefe de la asociación ilícita. Para «Guille» requirieron 24 también como líder de este último ilícito y como ejecutor material del crimen de Demarre. Al padre de ambos le pidieron 10 años por asociación ilícita. A la mayoría de los policías se les solicitó una media de seis años de cárcel por el mismo delito (ver infografía a la derecha).
El tremendo espesor emotivo de un proceso inédito aparecía como un factor de tensión. Pero la jornada transcurrió en una notoria calma. Había 14 imputados que llegaban en libertad al juicio que en los intervalos conversaban por los pasillos desiertos del flamante edificio con sus abogados y con los periodistas. El desafío de realizar una audiencia histórica con tantos imputados y con una gestión difícil en el traslado de detenidos de alto perfil se transitó sin problemas. Imputados como el representante de futbolistas Francisco Lapiana, acusado de lavar dinero de los Cantero y dueño de un carisma irresistible, era un imán para los cronistas durante las pausas. «Perdí quince futuros cracks con este juicio ridículo que me hacen. Los padres me los sacan porque no quieren que los maneje un delincuente. Me joroba porque es un absurdo».

Fuente: La Capital – Fotos: La Capital


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