Los cruces telefónicos, una prueba relevante contra los acusados de matar al Pájaro Cantero

Entre las principales evidencias la Fiscalía esgrimió escuchas entre los sospechosos durante los días del crimen. Las defensas las objetaron.

Olvidate amor. Si les gano la guerra a estos giles me hago millonario y nos vamos a la mierda». Ese mensaje enviado desde un celular de Facundo «Macaco» Muñoz, el joven baleado el martes pasado en el ataque a un convoy penitenciario en la autopista a Santa Fe, sobresalió en la pantalla de una sala de Tribunales cinco horas antes del atentado. Fue transmitido cuando la fiscal Cristina Herrera expuso su alegato final en el juicio por el crimen de Claudio «Pájaro» Cantero, con un duro pedido de penas para Muñoz y otros tres acusados. Los cruces telefónicos entre ellos y el seguimiento al entorno de la víctima fueron una prueba tan cuestionada por las defensas como destacada por la acusación en el juicio que mañana, a tres semanas de su inicio, llegará a su veredicto.

Mañana a las 10, si el estado de salud de Muñoz lo permite, los jueces Julio Kesuani, María Isabel Mas Varela e Ismael Manfrín leerán la sentencia que absolverá o condenará a los cuatro acusados por el crimen del líder de Los Monos ocurrido el 26 de mayo de 2013: Muñoz y Milton Damario, imputados como ejecutores, Luis «Pollo» Bassi, presunto instigador, y Osvaldo «Popito» Zalazar, implicado como quien proveyó las armas.

La fiscal pidió para los supuestos ejecutores prisión perpetua o penas subsidiarias de más 30 años si el tribunal descarta el agravante de la alevosía. Para Bassi reclamó 22 años porque no se acreditó que ordenara cometer el ataque con modalidad alevosa. Y para Zalazar requirió 7 años por portación de armas de fuego.

Por su parte los defensores Enrique Sirio (Bassi), Jorge Funes (Muñoz), Hilda Knaeblein y Claudia Burgos (Damario) y Graciela Sanmiguel (Zalazar) reclamaron las absoluciones al plantear que no hay pruebas contra sus clientes sino indicios desconectados o fallas en la pesquisa. Y atacaron fuerte la seriedad de la prueba telefónica, que la Fiscalía exhibió entre lo más interesante de su menú y se resume en esta nota.

Vínculos

Por un lado hay escuchas al hermano de crianza de Cantero, Ramón «Monchi» Machuca, quien en la época del crimen tenía el celular intervenido en la célebre causa 913/12 por asociación ilícita. De esas charlas surge la cacería que inició el entorno del Pájaro para dar con sus asesinos. Allí se menciona a quienes llegaron a juicio y se habla venganzas que «se comen mejor frías» (ver aparte).

Por otro lado están los mensajes de texto y fotos recuperados de uno de los seis celulares que le secuestraron a Macaco cuando cayó el 14 de junio de 2013 cuando circulaba con tres personas en un Citroën C4 por Villa Gobernador Gálvez. De los teléfonos se extrajeron los números de Damario, Bassi y Zalazar, agendados en los seis aparatos. La pericia arrojó que hubo 810 intercambios de mensajes de texto y llamadas entre esos números del 25 al 27 de mayo de 2013.

Las defensas sostienen que la adjudicación de esos números a sus clientes fue efectuada por la propia fiscalía ante el perito de forma arbitraria. Herrera responde que los acusados está agendados de la misma forma en los seis teléfonos de Muñoz y que se recuperaron fotos que los vinculan, como un viaje del grupo sin Damario al santuario del Gauchito Gil en Corrientes, diez días antes del crimen.

La fiscal destacó además que según las antenas «los días 24 y 25 sólo tres celdas captan llamadas entre Muñoz y Bassi, una en Villa Gobernador Gálvez y otra en Rosario. A partir del 29 «se los encuentra a todos más lejos. En Coronda, Santa Fe, Barrancas, Maciel, Capitán Bermúdez, Roldán. Se trasladaron en conjunto hacia el norte provincial», precisó Herrera.

Granada

Los mensajes recuperados del celular de Muñoz dan cuenta de una relación entre ellos y revelan las estrategias para ocultarse luego del crimen. En esos cruces Muñoz habla a otros muchachos que la fiscalía intenta llamar a declarar bajo cierta sospecha como «Tetón, «Yerry» y Enzo Cejas, quien fue citado y no asistió al juzgado de Instrucción Nº 11 donde el expediente sigue abierto.

La tensión de esos días se palpita en el febril intercambio del 28 de mayo. «Ey, Macaco. Decile al Pollo si quiere que le cierre el face de él. Pasame el correo y la contraseña y lo elimino», le dice un tal Cruz. «Recién me mandaron un mensaje que te habían matado. Nada que ver. Tené cuidado boludo», le advierte una chica.

Ese mismo día Enzo lo pone en alerta: «Ey, mongui, avisá al toque. Llevate la metra y los chalecos y quedate con los guachos tuyos de confianza. Y ojo que sale toda la yuta a la calle en un ratito». Del mismo número le llega el mensaje: «A Popito lo mandaron para allá con todos los fierros porque no podíamos cruzar con todas las cosas. Dale todas las herramientas al Popito». Muñoz responde que estaba resguardado ante un posible ataque: «Hace dos días que ando encerrado. No me deja salir Pollo desde que le dijeron que me querían matar».

Más tarde una prima le advierte: «No le des bola a ningún gil. Que hablen nomás. Pero me dijo la Mica que te cuides que te van a matar». Macaco contesta: «Sí, ya nos enteramos, jaja. Cuando les gane esta van a ver que me quedo con todo La Granada. Andan diciendo que me mataron. Me están llamando por todos lados. Mírenme. Acá estoy, jaja. Más vivo que nunca».

Al contacto registrado como Amor Tamara le informa: «Estamos todos en una casa. Estoy con doce amigos más, todos esperando salir y todos son re segunda, jaja. Cuando me metí en la cancha me hice así. La vida te hace así. Uno no lo elige. Cuando te diste cuenta estás como ahora pero bueno, ahora ya está… jaja. Me río porque los Cantero, ¿adónde están ahora? No pisaron Gálvez y si pisan se la van a ver complicada para salir». Tres días después, insiste: «¿Vos te pensás que voy a ir sólo? Somos una banda. Vos dejame a mí que sé lo que hago. Compré granada. Voy a explotarle toda la casa, acordate».

tribunal. Los jueces María Isabel Mas Varela, Julio Kesuani e Ismael Manfrín darían a conocer el veredicto mañana.

Fuente: La Capital

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