La disputa territorial entre bandas, eje de la acusación por el crimen de Pájaro Cantero

Lo dijo ayer la fiscal Cristina Herrera, quien acusó a Luis «Pollo» Bassi como instigador del crimen y a Facundo Muñoz y Milton Damario como ejecutores.

La imagen de Claudio «Pájaro» Cantero se amplificó en una pantalla gigante en la sala donde ayer comenzó el juicio por su asesinato. Abajo, los tres hombres acusados de matarlo, miraban y cargaban con sus propios duelos: todos perdieron a sus padres, y uno de ellos también a dos hermanos, baleados en actos de venganza. Casi cuatro años después del crimen que sacudió el tablero criminal de la ciudad, Luis «Pollo» Bassi fue acusado de instigar el ataque; Facundo «Macaco» Muñoz y Milton Damario, sindicados como soldaditos suyos, de ejecutar el homicidio; y Osvaldo «Popito» Zalazar de acopiar las armas del grupo que le disputaba el poder a Los Monos en una lucha territorial entre bandas.

A las 5.30 del 26 de mayo de 2013, con 29 años, Cantero cayó alcanzado por tres plomos frente a la disco Infinity Night de Villa Gobernador Gálvez. La muerte de quien era jefe de la banda de Los Monos se vengó con cuatro homicidios en sólo 48 horas y por lo menos otras seis muertes con el paso de los meses. Por entonces la familia Cantero era sometida a una investigación con escuchas telefónicas que desembocó en la detención de más de 30 personas, entre civiles y policías, acusados de integrar una asocación ilícita dedicada a cometer delitos.

Esa es la historia que empezó a revisarse desde ayer en el inicio del juicio oral y púbico a cuatro hombres que, según la acusación, cometieron el ataque porque «había que matar a un Cantero» en medio de una disputa narco. Con fotos de «Pájaro» alternándose en la pantalla durante el alegato de la fiscal Cristina Herrera, por la sala de audiencias no sólo circuló esa muerte. Los mismos acusados, que pidieron declarar, recordaron las ejecuciones de sus seres queridos en hechos aún no aclarados. Dijeron ser inocentes y reclamaron que se conozca «la verdad».

El crimen más emblemático de los últimos años en Rosario no acaparó gran atención de público en la sala. Incluso no acudieron los familiares de la víctima, que tampoco actúan como querellantes pero serán citados como testigos. Sólo sus abogados, Carlos Varela y Fausto Yrure, pasaron a escuchar los alegatos.

Minutos después de las 9 Luis «Pollo» Bassi entró a la sala esposado seguido en fila por Milton Damario, Facundo «Macaco» Muñoz y Osvaldo «Popito» Zalazar. Aunque había una fila con cuatro asientos preparada para ellos, Damario se sentó aparte, detrás de sus abogadas. Todos permanecieron cubiertos por chalecos antibalas y escoltados por guardias en ropa de combate y armas largas.

La acusación

Tras una discusión sobre cuestiones técnicas, las partes presentaron sus alegatos de apertura. La fiscal Cristina Herrera acusó a Bassi, Damario y Muñoz de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y calificado por la alevosía (al primero como instigador, a los otros como coautores), lo que es castigado con prisión perpetua, aunque recién al final fijará su pretensión de pena.

A Zalazar lo acusó de la tenencia de seis armas de uso civil y de guerra. El tribunal integrado por Julio Kesuani, Ismael Manfrín y María Isabel Mas Varela rechazó la pretensión fiscal de achacarle, además, una participación secundaria en el crimen. Es que por eso ya había obtenido la falta de mérito.

Las defensas, cada una con su estilo, insistieron en que los acusados son inocentes, marcaron fallas en la pesquisa y reclamaron que el juicio se acerque a «la verdad» (ver aparte). Luego hablaron los acusados y cerca de las 14 comenzaron los testigos.

La última noche

«La vida y leyenda de Pájaro Cantero estaba determinada a acabar en manos de la banda que le estaba disputando el poder», dijo Herrera. Tras ello la fiscal hizo un recorrido de la última noche del jefe del clan de La Granada. Recordó que se reunió con amigos en el boliche Yamper, de Ovidio Lagos al 4500, y después de tomar champán y vodka se subieron con un vaso de whisky que les había regalado el encargado al Peugeot Cabriolet gris de Pájaro y así enfilaron rumbo a Infinty Night.

Al llegar a la disco de Villa Gobernador Gálvez estacionaron sobre la vereda de enfrente, a unos 40 metros. «Por alguna razón aquella noche no pudieron estacionar en la puerta como lo hacían siempre. Habían cruzado en el lugar cajones vacíos de bebidas», dijo la fiscal para dar cuenta de un escenario armado. «Tampoco había patrulleros como habitualmente», añadió.

Antes de entrar al boliche, Cantero paró a orinar contra una pared. «En ese momento comienza la balacera. Cinco, ocho, diez, quince tiros», enumeró la fiscal y dio cuenta de que Cantero estaba desprotegido al encontrarse «distraído y alcoholizado». Con él estaban Lisandro Mena, baleado esa noche y asesinado meses más tarde; y otro joven que se tiró abajo del auto y apenas fue rozado por un plomo.

Para la fiscal, quienes tiraron fueron Damario, Muñoz y otras dos «piernas» de Bassi aún no identificadas que bien podrían haber salido de su boliche, distante a 200 metros. Dijo que tiraron desde un Ford EcoSport. «Abrieron fuego contra el Pájaro sabiendo quién era y con armas precisas», detalló, en referencia a una pistola Glock.

Para la fiscal hubo «una preordenación del ataque que provenía de un jefe, un líder. Ese jefe es Bassi. Fue quien instigó a los otros a que había que matar a un Cantero. Lo esperaron, lo siguieron, lo observaron. Acecharon a sus presas aprovechando la oportunidad a traición». En ese esquema, en tanto, consideró que Zalazar era quien acopiaba y proveía de armas a la banda a la que se juzga por el crimen que partió en dos la historia policial de la ciudad: «La muerte del Pájaro representó un fin y un comienzo. El fin con la muerte de un líder. El comienzo con una ola de hechos relacionados con la venganza».

Fuente: La Capital – por María Laura Cicerchia / La Capital

 

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